El obispo Justin (Jeremić) fue elegido nuevo obispo de la Diócesis de Europa Occidental de la Iglesia Ortodoxa Serbia por la Asamblea de Obispos.
El obispo Justin (Jeremić) fue elegido nuevo obispo de la Diócesis de Europa Occidental de la Iglesia Ortodoxa Serbia por la Asamblea de Obispos. Sucede al obispo Luka (Kovacević), fallecido el 17 de diciembre de 2021. El nuevo obispo de Europa Occidental, Justino, nació el 22 de junio de 1982 en Ruma. Completó la escuela primaria en su ciudad natal, desde donde, con la bendición del obispo de Srem, monseñor Basilio, se matriculó en el Seminario Teológico de Sremski Karlovci. Recibió el hábito de monje en 2002 en el Monasterio de Velika Remeta. Después del seminario, que terminó como el mejor alumno de su clase, fue enviado a la Academia Teológica de Moscú por recomendación de su obispo. Durante sus estudios, mostró interés en los estudios litúrgicos. Entonces, en el cuarto año de estudio, fue nombrado profesor de práctica litúrgica en la Iglesia de la Intercesión de la Madre de Dios de la Academia Teológica. En 2006 se graduó en la Academia Teológica, defendiendo la tesis: “Hesicasmo en el monacato serbio en los siglos XIII y XIV”. Durante sus estudios, como mejor alumno extranjero, recibió una beca especial del Fondo Patriarca Alexis I. En 2008, con la bendición del arzobispo Basilio y del Santo Sínodo, fue enviado a realizar estudios de posgrado en la Facultad de Teología de Atenas, donde permaneció hasta 2013, interesándose particularmente en el campo de la liturgia.
Con la bendición del obispo de Europa Occidental, Monseñor Luka, se trasladó de Atenas a París. Sirvió en las parroquias de Lyon y Dijon, así como en la catedral de Saint-Sava en París. El 27 de enero de 2015 fue nombrado Protosyncellus y el 30 de octubre de 2016 fue elevado al rango de Archimandrita. Habla ruso, griego y francés. En su sesión ordinaria del 29 de mayo de 2021, el Santo Sínodo de los Obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia lo eligió Vicario Obispo de Hvostan. Fue ordenado obispo el 12 de septiembre de 2021 en la Catedral de San Sava en Belgrado. El monje Justin, en los últimos tiempos, estando en París, acompañaba a Monseñor Luka, de Memoria Eterna.
Él visitó en varias ocasiones la parroquia de Barcelona. Esta imágen corresponde a la ordenación del monje Serafín, donde el Monje Justin, ahora Vladika, presidió la ceremonia, en la Parroquia de la Protecció de la Mare de Déu, Barcelona (5 de octubre de 2015).
Él es el nuevo obispo para Europa Occidental, y por tanto, de España y Portugal. ¡Ad multos annos! ¡Por muchos años! ¡Per molts anys! Fuente: Popadia Maria Rosa Ocaña.
¡Que sea un día de celebración y alegría para nosotros! (Sal 117, 24)
Queridos hijos espirituales,
Estas son las palabras, pronunciadas en tiempos remotos del Antiguo Testamento, que el rey y profeta David grita con entusiasmo, presintiendo con la ayuda del Espíritu Santo, el gran día de la victoria de Cristo sobre la muerte, así como nuestra celebración espiritual al respecto. En este gran día misterioso, el universo entero se baña con la luz de la eternidad y canta con inefable alegría un canto de victoria al Señor que desterró las tinieblas y nos iluminó con los indelebles rayos de la vida. Y la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no se apoderaron de ella (Jn. 1, 5) – así resumió la esencia de la revelación divina y de nuestro testimonio cristiano el santo apóstol y evangelista Juan el Teólogo, que en el momento de la Última cena había puesto su cabeza sobre el pecho del Señor, imbuyéndose así de toda la fuerza, belleza y misterio de su persona divino-humana y fuente de vida.
Ni la prisión del sepulcro ni las cadenas de la muerte han podido sujetar ni retener la Luz de la Luz, engendrada del Padre antes de todos los siglos y por quien todo fue hecho, el Unigénito Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, a pesar de todos los esfuerzos realizados en este sentido. Desde la noche en que fue entregado en manos de hombres sin fe ni ley, todo estuvo tan impregnado de impiedad y violencia que Cristo, colocado en la cruz terminó clamando: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mc 15, 34). Mirando cómo la una vez gloriosa Jerusalén estaba sumergida en las profundas tinieblas del pecado, el Unigénito veía, desde la alta cruz, la enorme magnitud de las tenebrosas tenazas de la tumba que tenía que engullirlo para siempre. Desde el suelo pedregoso y cortante los líderes populares y los sumos sacerdotes se burlaban de Él y le aconsejaban cambiar la Buena Noticia de Salvación en la cruz por la orgullosa aceptación del poder en el mundo caído: Que baje ahora de la cruz y creeremos ¡en él! (Mt 27, 42).
En la hora de la desesperación, ante los dolores de la muerte, los ladrones que estaban crucificados con Él comenzaron a burlarse del Dios vivo, Salvador del mundo, Aquel que por amor había descendido entre nosotros y había iluminado las tinieblas de nuestras vidas con luz y alegría eternas; de Aquel que, intérprete del Padre Eterno según la antigua tradición judía, había desvelado el rostro paterno de Dios al mundo entero; de Aquel que con sus sufrimientos y su gloriosa resurrección nos hizo hijos del amor vivificante de Dios; de Aquel que ha dado fuerza de vida llena de gracia a la Iglesia, columna y sostén de la verdad (1 Tim 3, 15) y las puertas del infierno no se opondrán a ella (Mt 16, 18); de Aquel que nos ha alentado a ser mensajeros perseverantes del sentido, del significado en este tiempo convulso; de Aquel que, como el manso cordero de Dios (Jn 1, 36) ofrecido por nuestros pecados, representará la última palabra de Dios en el juicio final – el templo de la Nueva Jerusalén iluminada por la gloria de Dios (Ap 21 , 22-23).
Queridos hijos espirituales, siempre subimos al monte Gólgota porque estamos llamados a dar testimonio del Dios vivo en el mundo y así participamos en la salvación de cada criatura de Dios. Guiados por el Espíritu Santo, somos, nos dice el santo apóstol Pablo, hijos de Dios con la esperanza de ser librados de la esclavitud de la corrupción (Rm 8,21) para entrar en el gozo de la vida eterna. Este sentimiento de responsabilidad está hoy particularmente arraigado entre nosotros porque las llamas de la destrucción de la guerra en los territorios de Ucrania se han sumado a las existentes en otros lugares del planeta donde los conflictos armados han resultado ser la única respuesta a las diferencias y malentendidos entre estados, pueblos y creencias. Queridos hermanos y hermanas, nos solidarizamos y tomamos parte en los sufrimientos de todos los cristianos ortodoxos, nos solidarizamos y tomamos parte en los sufrimientos de todos los hombres de este mundo, observando cómo los conflictos que han surgido en suelo ucraniano y en todo el universo, seguir profundizando. El gran apóstol Pablo nos recuerda que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre toda la faz de la tierra (Hechos 17:26). Por lo tanto, fuimos creados como una sola raza humana y estamos llamados a ser uno. Por eso roguemos al Señor Resucitado para que se establezca cuanto antes una paz incondicional, que cesen los sufrimientos y que todos los exiliados regresen a sus hogares. Toda guerra, cualquiera que sea el país o la época en que se desarrolle, sólo genera perdedores y constituye la derrota de la dignidad humana, es la derrota y la vergüenza de todo hombre como icono de Dios.
Y mientras las potencias de este mundo libran guerras despiadadas, al hombre común se le infringen los mayores sufrimientos. Nosotros que nos reunimos hoy para la Fiesta de las Fiestas, que estamos confortados por el calor de nuestros hogares, ¿qué diremos a aquellos a quienes las fuerzas de destrucción han separado de sus seres más cercanos y que han sido esparcidos en países extranjeros? ¿Cómo podemos cantar cantos pascuales cuando hay entre nosotros tantos seres hambrientos y sedientos de justicia, tantas almas desconsoladas? Que las respuestas a estas preguntas nos sean dadas por nuestro Señor Jesucristo mismo, cuyo reino no es de este mundo, porque si mi reino fuera de este mundo, respondió el Salvador a Pilato, mi pueblo habría luchado para que yo no fuera entregado a los judíos, pero mi reino no es de aquí (Jn 18,36).
El significado de estas palabras, en el momento en que Judea estaba igualmente dividida entre los intereses de Roma, Siria y Persia, el Dios-hombre Jesucristo lo ilustró de varias maneras. Recordemos solamente, queridos hermanos y hermanas, la curación del endemoniado Geraseno que se decía que estaba bajo la influencia de una legión de demonios (Mc 5, 1-20). La visión de este hombre indomable que vivía entre las tumbas y que día y noche se cortaba con piedras, ilustra la trágica condición de muchos que vivían bajo el reinado de Roma; establece el vínculo con todas las víctimas pasadas, presentes y futuras de los conflictos globales que, en ausencia de Cristo, están condenadas a la autodestrucción. Cristo nos mostró que para Él lo principal era primero levantar a la víctima del sepulcro y ofrecerle la posibilidad de la vida eterna, y sólo después de eso hacer frente a las condiciones externas de la existencia. Esto sólo podía hacerlo el Logos eterno, que habitaba entre los hombres, lleno de gracia y de verdad (Jn 1,14). Es por esto que deja al hombre salvado de la muerte, siendo testigo de la misericordia de Dios en condiciones similares y eventualmente dejando por su propia voluntad las áreas donde Dios ha demostrado ser más poderoso que todas las impurezas implementadas por sus líderes. El reino de Cristo no es de este mundo y es la Buena Nueva de salvación. El reino de Cristo no es de este mundo y es con esta fuerza que nos levantamos para la vida eterna. El reino de Cristo no es de este mundo y por eso debemos dar a los más pequeños entre vosotros (Lc 9,48) según sus necesidades. El reino de Cristo no es de este mundo y por eso debemos querer al otro como si fuera el mismo Señor, pues sólo así seremos aceptados entre los suyos.
Volvámonos hacia el amor, queridos hijos espirituales, porque es a éste al que nos llama la voz del ángel junto al sepulcro vacío de Cristo: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está Vivo? No está aquí, ha resucitado (Lc 24, 5-6). Tengamos presente que nuestra ciudad está en los cielos, como dice el apóstol Pablo, desde donde ansiosamente esperamos, como Salvador, al Señor Jesucristo (Fil 3,20). Seamos también conscientes de que los métodos de manipulación basados en las pasiones y los miedos, de los que abusan los medios de comunicación, pueden llevar fácilmente a los hombres con la conciencia controlada y el libre albedrío sofocado, a alejarse de su destino celestial. Tengamos cuidado con la aparente sensación de seguridad del hormiguero global, que quiere convertirnos en prisioneros anónimos de la autosuficiencia. Pasar el tiempo con la convicción de que el mundo virtual, sinónimo de vanidad malsana y el consumo de bienes materiales da acceso al verdadero bienestar, equivale a condenarse a una vida sin dignidad ni libertad. En un mundo que rechaza ser tocado por los rayos de luz del amor divino, los esfuerzos y los sacrificios no son comparables al Gólgota de Cristo, a la Cruz a la que la benevolencia de Dios permitirá conducir a la Resurrección, pero representan obstáculos formidables para la paz y la serenidad personales. ¿Deberíamos ser preservados de ella por la profunda fidelidad al destino fundado en la Cruz y la Resurrección del pueblo serbio, del pueblo de San Sava, y que nuestra elección del Nuevo Testamento, nuestra elección de Kosovo, nos lleve hacia las finalidades eternas ¡Un reino terrenal es limitado, el Reino celestial es eterno para siempre!
Actos inmortales de amor y sacrificio voluntario hacia Dios y nuestra patria han sido realizados en los últimos meses por muchos de nuestros médicos, trabajadores de la salud y muchos otros que han asumido grandes responsabilidades. Como los santos de la Iglesia de Cristo y siguiendo el modelo de nuestros antepasados, han seguido y siguen el camino de las virtudes crísticas, el de un amor que contiene y concibe todo en sí mismo y en el que se reconocen discípulos de Cristo y el pueblo de Dios. Nadie tiene mayor amor que este: dar la vida por sus amigos (Jn 15,13) – así nos mostró nuestro Señor Jesucristo el camino de la vida verdadera y de la paz, fuera del cual las dificultades de la vida son como un campo de batalla sin sentido.
¡Que sea feliz para vosotros
este día bendecido por Dios, que nos ha dado acceso a la vida eterna! Con estos
deseos y con nuestras oraciones al Señor Jesucristo Resucitado os dirigimos
nuestros muy buenos deseos así como nuestro gozoso saludo:
¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡EN VERDAD, HA RESUCITADO!
En el Patriarcado de
Serbia, en Belgrado – Pascua de 2022
Patriarca serbio Porfirio
y todos los obispos de la Iglesia ortodoxa serbia
Hoy, lunes 27 de diciembre, día de celebración de los santos mártires Tirsus, Leucius, Filemón, Apolonio y otros , se ofició la Santa Liturgia en el monasterio de la Presentación de la Santísima Madre de Dios en Topcider, con motivo del reposo del bieaventurado obispo de Europa Occidental Luka. La Santa Liturgia fue presidida por Su Santidad el Patriarca de Serbia Porfirio.
Celebración de la Divina Liturgia
Su Santidad, el patriarca Porfirio
Después de la Santa Liturgia, el Patriarca de Porfirio ofició un funeral sobre los restos mortales del bieaventurado obispo Luka con la concelebración de los arzobispos patriarcales.
Después de las oraciones del funeral del bieaventurado obispo Luka, con la bendición de Su Santidad, el Reverendísimo Obispo de Braničevo, Ignacio pronunció un sermón en memoria de monseñor Luka. Entre otras cosas, dijo que esta separación de ahora es de carácter temporal.
Su Santidad, el obispo Ignacio
» Él también creía en el reposo bienaventurado, porque así nos lo prometió el Señor, y entonces estaremos todos unidos, y es que aunque muramos, no debemos tener miedo, porque Él nos resucitará en el último día. Él es el pan de vida que descendió del cielo, y todos los que de Él comen no morirán, sino que vivirán para siempre «, dijo el obispo Ignacio en su sermón, y agregó:
“Porque el hombre es un ser débil, y busca seguridad y muchas veces se apega a las cosas que lo rodean, a las cosas materiales y a todo lo que nos rodea, pero los versículos de Damasceno nos dicen que todo esto es fugaz, y que es una falsa esperanza. La única esperanza es creer en nuestro Señor, porque Él es el único que tiene vida eterna. Por supuesto, la muerte es una tragedia, y por eso, de hecho, Dios vino a salvarnos, a darnos vida con su muerte, porque ninguna de las personas nacidas de un hombre y una mujer puede escapar a esta tragedia. Todos somos herederos del pecado original de Adán, cuya precio es la muerte. Y por eso era necesario que viniera Dios, que se hiciera hombre, que uniera toda la naturaleza con Dios, consigo mismo, porque sólo en esa unión tenemos la vida eterna ”.
Parte de los metropolitas oficiantes
Después, los jerarcas recitaron oraciones por el alma del recién traspasado obispo Luka. Finalmente, los restos mortales del bienaventurado obispo Luka, acompañado por los jerarcas, fueron enterrados en el cementerio del Monasterio de la Presentación de la Santísima Madre de Dios, donde aún se llevó a cabo un servicio conmemorativo.
Aquí se puede consultar el calendario litúrgico para el año 2022 con las fechas y horarios de las fiestas importantes de la Parroquia Protección de la Madre de Dios, de Barcelona:
Nuesto obispo, monseñor Luka (Kovacevic), ha fallecido hoy a las 15h en Paris.
Nació el 30 de octubre de 1950 en Piskavitsa, cerca de Banja Luka. Estudió en el Seminario de los Tres Santos Jerarcas del monasterio de Krka, y en el Instituto de teología ortodoxa de Saint-Serge de Paris. El obispo de Australia y de Nueva Zelanda Nikolaj, lo tonsuró monje y lo ordenó sacerdote en 1976. De 1982 à 1992 estuvo como monje en el monasterio de San Sava en Elaine, Australia. Fue ordenado obispo de Australia y de Nueva Zelanda, y en 1992.
En 1997, fue nombrado administrador temporal de la Diócesis de Europa Occidental, y el 13 de mayo de 1999, el Sínodo de Obispos lo eligió como obispo de esta cátedra , que incluye a nuestras parroquias de España y Portugal.
Todos estos años monseñor Luka fue un pastor dedicado totalmente al servicio de la Iglesia. Visitaba la parroquia de Barcelona dos veces por año, normalmente, y sus visitas se caracterizaban siempre por una gran calma de espíritu y una cercanía total con las personas.
!Que Dios lo haga entrar en el Reino de los cielos y le conceda una Memoria Eterna!
En la iglesia del Santo Príncipe Lazar, en la cripta de la Catedral de San Sava en Belgrado, se celebró una sesión ordinaria de la Santa Asamblea de Obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia, del 24 al 29 de mayo de 2021, bajo la presidencia de Su Santidad Porfirije, patriarca serbio, y con la participación de todos los jerarcas diocesanos de la Iglesia ortodoxa serbia, mientras que el obispo Lavrentije de Sabac no se quedó hasta el final de la sesión. La Asamblea inició su sesión con el servicio de la Santa Liturgia con la invocación del Espíritu Santo en la Catedral de San Sava en la fiesta de los Santos Cirilo y Metodio, el 24 de mayo de este año.
La Asamblea se complace en señalar que este año marca el
centenario de la fundación de la Diócesis Americano-Canadiense, la primera
diócesis de nuestra Iglesia en el continente americano, el 90 aniversario de la
fundación del Arzobispado de Belgrado-Karlovci, y la 60 aniversario del
nacimiento de San Nicolás (Velimirovic, sesenta y cinco años desde su
fallecimiento y treinta años desde el traslado de sus reliquias de Libertyville
(EE.UU.) a su Lelic natal cerca de Valjevo. La Asamblea recomienda a todas las
diócesis de la Iglesia Ortodoxa Serbia para conmemorar estos importantes
aniversarios de manera digna.
La Asamblea consideró con el debido cuidado y atención los
fenómenos que ponen en peligro, y en algunos casos violan la unidad de la
Iglesia Ortodoxa. El informe del Comité de Jasenovac de la Santa Asamblea de
Obispos se tuvo en cuenta con la misma atención, y al mismo tiempo, los
problemas de la Iglesia Ortodoxa Serbia en Serbia y en los países de la región,
así como en la diáspora. en todo el mundo, fueron considerados.
En ese contexto, se presta especial atención a la
condición de nuestra Iglesia y la posición del pueblo serbio en Kosovo y
Metohija, donde las injusticias, las presiones y la violencia contra el pueblo
serbio ponen en peligro la identidad, la libertad, los derechos y la propiedad
de los ortodoxos serbios… La Asamblea también enfrentó los desafíos que
enfrentaron nuestra Iglesia y nuestro pueblo en Montenegro, donde el nuevo
gobierno evita firmar el Acuerdo Fundamental ya acordado entre la Iglesia
Ortodoxa Serbia y el estado de Montenegro, que discrimina a la Iglesia Ortodoxa
Serbia en relación con todas las demás Iglesias y comunidades religiosas que
operan en Montenegro.
Como todos los años, la Asamblea analizó cuidadosamente la
situación y los problemas de la educación eclesiástica y la instrucción
religiosa en las escuelas públicas de Serbia.
La Asamblea derogó la decisión anterior de la Asamblea
sobre el establecimiento de consejos episcopales en diversas áreas
eclesiásticas, dado que estos consejos se establecieron como órganos eclesiales
consultivos temporales durante las circunstancias extraordinarias y la
imposibilidad de reunirse con nuestros obispos en las condiciones de guerra, y
hoy, gracias a Dios, ya no existen obstáculos para los encuentros regulares y
la cooperación entre nuestros arzobispos en toda su área canónica.
La Asamblea expresa su profunda preocupación por la
aparición de nuevos proyectos de ley, incluso leyes aprobadas apresuradamente,
sin la debida preparación y el suficiente debate público y sin diálogo con las
Iglesias y comunidades religiosas, aunque estos proyectos de ley y leyes les
afecten directamente, con la amenaza de restricción. o incluso derogar. el
derecho de las iglesias y comunidades religiosas a profesar libremente su
religión, que es contrario a la Constitución de Serbia y a los convenios
internacionales vinculantes.
La Asamblea también considera inaceptable que el proyecto
de ley sobre el patrimonio cultural limite su validez a solo una parte del
territorio de Serbia, porque excluye el territorio de Kosovo y Metohija de su
ámbito de aplicación, aunque los santuarios serbios más grandes y las obras
culturales serbias más importantes allí se encuentran los monumentos.
La Asamblea llenó las diócesis vacantes. El actual obispo
Joanikije (Micovic) de Budva-Niksic fue elegido Metropolitano de Montenegro y el
Litoral; el actual Vicario Obispo Metodije (Ostojic) de Dioclea, fue elegido
Obispo de Budimlje-Niksic, el actual Vicario Obispo Isihije (Rogic) de Mohacs,
fue elegido Obispo de Valjevo. Fueron elegidos obispos vicarios del Patriarca
serbio: hieromonk Jerotej ( Petrovic), hermano del Monasterio de los Santos
Arcángeles en Kovilj con el título de Obispo de Toplica; hieromonk Sava
(Bundalo), hermano del monasterio de St. Petka en Zagreb, con el título de
obispo de Marca; y el archimandrita Justino (Jeremic), con el título de obispo
de Hvosno. Archimandrita Damaskin (Grabez) fue elegido Vicario Obispo del
Obispo de Backa, con el título de Obispo de Mohacs,y Archimandrita Jovan
(Stanojevic) fue elegido Vicario Obispo del Obispo de Dusseldorf y de Toda
Alemania con el título de Obispo de Hum.
En el Santo Sínodo, se terminó el mandato de los obispos
Irinej de Backa y Jovan de Sumadija, que siguen siendo miembros adjuntos,
mientras que los nuevos miembros fueron elegidos, por sugerencia del Patriarca
serbio Porfirije, fueron elegidos como nuevos miembros, a sugerencia del
serbio. Patriarca Sr. Porphyry, obispos de Srem Vasilije y Sr. Zvornik-Tuzla
Photius.
El mandato ha finalizado en el Santo Sínodo para los
siguientes miembros: Irinej de Backa y el obispo Jovan de Sumadija, que
permanecen como suplentes. Por sugerencia del patriarca serbio Porfirije, los
elegidos en su lugar son el obispo Vasilije de Srem y Fotije de Zvornik-Tuzla.
Presentado por el obispo de Backa Irinej
Portavoz de la Iglesia Ortodoxa Serbia
Con estas palabras, queridos hermanos y hermanas, en las que celebramos la Resurrección de Cristo, la Iglesia nos llama y nos reúne en torno al gozo divino de la Pascua, gozo que trasciende y sobrepasa todos nuestros gozos terrenales. El gozo piadoso que el Señor nos hace descubrir es el gozo de la Vida Eterna, de la eterna victoria del Bien sobre el mal y la derrota del diablo. El sublime San Juan Crisóstomo exclama en el éxtasis de esta fiesta: «Nadie tema hoy a la muerte, porque la muerte del Salvador nos ha hecho libres. Destruyó la muerte, Aquel a quien ella había abrazado; despojó al infierno, el que descendió a los infiernos, lo llenó de amargura, para probar su carne. » La esencia de nuestra piadosa alegría en la Resurrección es el mismo Jesucristo Resucitado que se ofreció como «fruto nuevo de la vid» para que pudiéramos beber de él. Durante el gran y santo Sacramento de la Comunión con Su Cuerpo y Su Sangre, Él nos dice: Tomad, comed, este es mi Cuerpo, luego: Bebed todo de él, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza … (Mt 26, 26-27). El Señor no establece el Nuevo Testamento en ritos y rituales religiosos, sino que lo basa en Sí mismo a través del don eterno de Sí mismo como Comida y Bebida divina. La tristeza que es nuestra, el Viernes Santo y Sábado Santo, mientras seguimos al Señor Jesucristo desde Getsemaní hasta el Gólgota, el Señor de repente la cambia para hacernos acceder a la alegría de la Pascua. ¡Es, como dice el poeta de la Iglesia, un día como ningún otro! Es el día de la Resurrección. Esta es la fuerza benéfica de la Resurrección que ni los hijos elegidos de Israel ni los sabios griegos pudieron comprender. El primero decía que la predicación de la resurrección era un escándalo, mientras que para el segundo era una locura (1 Cor 1, 23). El Señor ha mostrado la inmensidad de la gracia y el poder divinos. Sabiendo esto por experiencia, estemos en gozo, queridos hermanos y hermanas, y alegrémonos mientras clamamos unos a otros: ¡Cristo ha resucitado! ¡En verdad, ha resucitado!
La Resurrección de nuestro Señor Jesucristo es, hermanos, hermanas e hijos espirituales, el acontecimiento más importante en la historia del mundo visible e invisible. Por lo tanto, este es un evento no reproducible. La Pascua es una nueva creación y un nuevo nacimiento para el hombre. ¡Ahora todo se ha vuelto nuevo! El Dios-hombre Jesucristo resucitó de entre los muertos y todos los “valores” que habían prevalecido hasta entonces cayeron y apareció un mundo nuevo. Inclinado sobre el misterio de la resurrección de Cristo, el santo apóstol Pablo da testimonio de lo que sabe y de lo que es la verdad; da testimonio de que si, por tanto, alguien está en Cristo, es una nueva creación: el viejo ser ha desaparecido, hay un nuevo ser, y agrega que todo proviene de Dios, que nos reconcilió con Él por medio de Cristo y nos confió el ministerio de reconciliación (2 Co, 5, 17-18).
Se trata de la insondable profundidad y altura del misterio de la Resurrección sobre el que tantos santos padres de la Iglesia han escrito y cantado. Pero lo más importante para nosotros, queridos hermanos y hermanas, es ser conscientes de la profundidad y la altura del misterio de la Resurrección, tener fe en él y encontrar nuestra salvación en él. No permitamos que la fiesta de la Resurrección de Cristo sea una fiesta basada en la costumbre, como a menudo escuchamos, sino la fiesta de la vida nueva, de la esperanza nueva, de la materia nueva. Es precisamente a tal celebración, a tal regocijo a lo que la Iglesia nos invita. Pero apenas hemos experimentado el horror del Viernes Santo, cuando vimos el asesinato del Heredero de la Vid en la cruz, nos encontramos en el gozo de la Vid nueva, en el gozo de una Vida nueva. Luego llega el momento de la Vid auténtica y la Vid real. ¡Así que todos acercaros y probad el fruto nuevo de la Vid divina, y ved cuán bueno y dulce es el Señor! Es una nueva alegría en la que todos nos regocijamos piadosamente, clamando: ¡Cristo ha resucitado! Pero a nuestro lado también se regocijan todos los demás cristianos, y todos aquellos que sienten la bondad divina, así como toda la creación de Dios. Queridos hijos espirituales, os invitamos a la alegría de la Resurrección, para quitarnos la tristeza de nuestra vida cotidiana que nos sobrevino hace más de un año, una tristeza que se inculca en cada poro de nuestra vida, que conllevó luto a muchos hogares. Pongámonos de pie, alegrémonos y exclamemos unos a otros: ¡Cristo ha resucitado! ¡Es ese feliz saludo que Cristo ha resucitado! que nos dirigimos a todos vosotros, queridos hijos espirituales, que vivís en todo el mundo, que estáis lejos de vuestros hogares, de vuestra patria y, a menudo, de vuestros seres más cercanos. Debéis saber que vuestra Iglesia de San Sava nunca deja de velar por vosotros como factores inseparables de nuestro pueblo y miembros vivos del Cuerpo de nuestra Iglesia. Os encomendamos la misión, ante el Señor Resucitado y sus santos, de preservar y consolidar sobre todo nuestra unidad religiosa interior, luego nuestra unidad nacional, lingüística y cultural. ¡No permitáis que el tiempo y las circunstancias os dividan y os alejen unos de otros y, por lo tanto, de la Madre Iglesia! … Nuestros pensamientos y oraciones se dirigen, a lo largo de estos días, a todos los enfermos, en particular a los infectados por el virus Covid-19, así como a todos los médicos y miembros profesionales de la salud que luchan llenos de abnegación, a riesgo de sus vidas, con el fin de salvar a los pacientes afectados por Covid y otras enfermedades. Hermanos y hermanas, todos los pueblos del mundo, de Este a Oeste y de Norte a Sur, han sido golpeados por esta venenosa y peligrosa enfermedad causada por un virus invisible. El año pasado esperábamos que esta epidemia desapareciera rápidamente. Lamentablemente, no solo no desapareció, sino que continuó causando estragos en todo el mundo este año. Hoy rezamos por la curación de todos los enfermos, así como por el descanso del alma de todos los que se han quedado dormidos. ¡Respetando las recomendaciones de la medicina, nos encomendamos a nosotros mismos, los unos a los otros y nuestra vida entera a Cristo nuestro Dios! Con el ferviente deseo que todos celebráis la Pascua, Fiesta de las Fiestas, con alegría espiritual y virtud corporal, os enviamos una vez más los más felices saludos ¡Cristo ha resucitado! En el Patriarcado de Serbia, Belgrado – Pascua de 2021 Patriarca serbio Porfirio y todos los obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia
Vàrem fer la primera coneixença amb Mgr. Atanasije, ara farà un grapat d’anys, en ocasió d’una conversa mantinguda amb Mgr.Lavrentjie, en una habitació del Moulin de Senlis, Montgeron, prop de París. El tema era greu, pel que feia al futur de la Comunitat de Barcelona, gràcies a Déu poc temps desprès, coincidint amb la data de Santa Eulalia, tot s’arrengà positivament. En aquella primera reunió, ell era encara prevere, però ja la seva reputació de remarcable teòleg i d’escriptor rellevant en llengua sèrbia, el precedia, en boca de tothom. Sempre hem estat segurs que la seva escolta als nostres problemes i el seu consell posterior a Mgr. Laurentije foren determinants per obrir-nos la porta vers la plenitud de comunió amb el Patriarcat de Sèrbia. Temps desprès vàrem coincidir i convidats a concelebrar amb ell en diferents ocasions a París, Brucel·les, Himelstur, Tolouse, Barcelona, amb altres jerarques, entre ells Mgr. Amphilojie, Mgr. Lavrentjie, Mgr. Ioan, Mgr.Ignatjie, Mgr. Màxim, Mgr. Luka…
Vladica Atanasije i Arx. Joan
Les dues darreres vegades en que vàrem coincidir va ésser a Trebinje, en el seu monestir, on sojornàrem uns dies, i on es va desviure per explicar-nos la història del lloc, i a compartir la pregària, els aliments i la sobretaula. Les seves darreres paraules a l’acomiadar-nos i abraçar-nos varen ésser: “Sou un home honest !”. Varen ésser un bàlsam i una benedicció, tal com les va adreçar, i tal com varen ésser rebudes. Va ésser una experiència de filio-paternitat. Ens trobaríem un cop més a la mateixa ciutat, en ocasió del Congrés de Teologia que es celebra cada any, convidats per Mgr. Gregorie, bisbe titular del lloc. Allí compartírem taula amb un màrtir vivent, Mgr.Iovan de Macedònia.
Els
darrers temps la seva salut es va
malmetre força, a causa d’una caiguda, però el seu vigor i força espiritual han
restat intactes fins l’últim alè.
En
ocasió dels preparatius de l’elecció del nou Patriarca, va indisposar-se a
causa de la pandèmia, Déu el reclamà al seu costat, junt amb el Patriarca
Ireneu i del Metropolita Amphilojie, que l’han precedit en el mateix camí. Tres
torxes de la Ortodòxia, ens enllumenen
ara des del Cel, per les seves obres aquí a la terra. Que Déu els hi concedeixi
el repòs etern, particularment, si més
no, en el seu trànsit, a Mgr.Atanasije, el nostre bisbe, pare i amic.
La Asamblea de obispos de la Iglesia ortodoxa serbia ha elegido al metropolita de Zagreb-Ljubljana, Porfirio (Peric), como el 46 primado de la Iglesia ortodoxa serbia. Le monje Mateo ha extraido un sobre con el nombre del nuevo patriarca, que se encontraba en el santo Evangelio donde estaban los sobres con los nombres de los tres candidatos que habían recibido el mayor número de votos. Los tres candidatos elegidos eran el metropolita Porfirio, el obispo de Bačka, Ireneo y el obispo de Banja Luka, Efrén. Después de la elección del nuevo patriarca, han repicado las campanas de la iglesia de San Sava y de la catedral San Miguel de Belgrado. La Asamblea de los obispos de la Iglesia ortodoxa serbia ha comenzado hoy a las 12h de la mañana en la cripta de la iglesia de San Sava. Ha sido precedida por la Liturgia, en la que estaban presentes todos sus miembros. La Asemblea se ha celebrado, por primera vez, fuera de los locales del Patriarcado. Ha sido escogida la iglesia de San Sava por causa de la pandémie, ya que las condiciones que existen en ese gran espacio permetían poder observar las medidas sanitarias. La Asamblea ha sido presidida por el obispo de Srem, Basilio, dado que el obispo de Šabac, Laurentis, decano del episcopado, ha sido hospitalizado. En la Asamblea han participado 36 obispos de un total de 39.
Aquí se puede consultar el calendario litúrgico para el año 2021 con las fechas y horarios de las fiestas importantes de la Parroquia Protección de la Madre de Dios, de Barcelona:
Aquest matí, ha mort el nostre Patriarca Irienej, com a conseqüència de l’agreujament del seu estat, a causa de la malaltia del Coronavirus. Demanem al Senyor, el nostre Déu, que l’aculli en el Regne dels cels, allí on els sants gaudeixen del repòs.
Reproduïm la nota oficial de la web del Patriarcat www.spc.rs
«L’arquebisbe de Pec, metropolità de Belgrad-Karlovci i patriarca serbi (Gavrilovic) va reposar en el Senyor a l’Hospital Militar Covid «Karaburma» a Belgrad, el divendres 20 de novembre de 2020, a les 7.07 AM. Tots els altres detalls sobre el funeral de La seva Santedat el Patriarca s’anunciaran aviat. Memòria eterna i Regne dels Cels!
Biografia breu: Els seus piadosos pares Zdravko i MilijanaGavrilovic del poble de Vidova prop de Cacak – i amb ells tota la família sèrbia – van ser beneïts pel Senyor, el 27 d’agost de 1930, amb el naixement d’un fill home el nom de baptisme del qual era Miroslav. Va acabar l’escola primària al seu poble natal i l’escola secundària en Cacak i l’Escola Teològica en Prizren, Kosovo i Metohia. Després es va graduar en la Facultat de Teologia de Belgrad.
Després de completar el seu servei militar, va ser nomenat professor de l’Escola Teològica de Prizren, però abans d’acceptar el nomenament va rebre tonsura monàstica en el monestir de Rakovica, pel patriarca serbi Germán, rebent el nom monàstic de Irinej, a l’octubre de 1959. El Divendres Sant i Gran del mateix any, va ser ordenat hieromonje a l’església de Ruzica, Belgrad. Com a professor a l’Escola Teològica de Prizren, va passar alguns anys en estudis de postgrau a Atenes. Va ser nomenat director de l’Escola Monàstica del monestir de Ostrog en 1969, d’on va tornar a Prizren per a ocupar el càrrec de Director d’aquesta famosa Escola Teològica.
En 1974 va ser triat bisbe vicari del patriarca serbi amb el títol de bisbe de Moravica. Va ser triat bisbe de Nis en 1975.
Entronització del Patriarca El 22 de gener de 2010, en la reunió de la Santa Assemblea de Bisbes de l’Església Ortodoxa Sèrbia, va ser triat Arquebisbe de Pec, Metropolità de Belgrad-Karlovac i Patriarca de Sèrbia.
Esta mañana, ha fallecido nuestro Patriarca Irinej, como consecuencia del agravamiento de su estado, a causa de la enfermedad del Coronavirus. Pidamos al Señor, nuestro Dios, que lo acoja en el Reino de los cielos, allí donde los santos gozan del reposo.
Reproducimos la nota oficial de la web del Patriarcado www.spc.rs
«El arzobispo de Pec, metropolitano de Belgrado-Karlovci y patriarca serbio (Gavrilovic) reposó en el Señor en el Hospital Militar Covid «Karaburma» en Belgrado, el viernes 20 de noviembre de 2020, a las 7:07 AM. Todos los demás detalles sobre el funeral de Su Santidad el Patriarca se anunciarán pronto. ¡Memoria eterna y Reino de los Cielos!
Biografía breve: Sus piadosos padres Zdravko y MilijanaGavrilovic del pueblo de Vidova cerca de Cacak – y con ellos toda la familia serbia – fueron bendecidos por el Señor, el 27 de agosto de 1930, con el nacimiento de un hijo varón cuyo nombre de bautismo era Miroslav. Terminó la escuela primaria en su pueblo natal y la escuela secundaria en Cacak y la Escuela Teológica en Prizren, Kosovo y Metohia. Luego se graduó en la Facultad de Teología de Belgrado.
Después de completar su servicio militar, fue nombrado profesor de la Escuela Teológica de Prizren, pero antes de aceptar el nombramiento recibió tonsura monástica en el monasterio de Rakovica, por el patriarca serbio Germán, recibiendo el nombre monástico de Irinej, en octubre de 1959. El Viernes Santo y Grande del mismo año, fue ordenado hieromonje en la iglesia de Ruzica, Belgrado. Como profesor en la Escuela Teológica de Prizren, pasó algunos años en estudios de posgrado en Atenas. Fue nombrado director de la Escuela Monástica del monasterio de Ostrog en 1969, de donde regresó a Prizren para ocupar el cargo de Director de esa famosa Escuela Teológica.
En 1974 fue elegido obispo vicario del patriarca serbio con el título de obispo de Moravica. Fue elegido obispo de Nis en 1975.
Entronización del Patriarca El 22 de enero de 2010, en la reunión de la Santa Asamblea de Obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia, fue elegido Arzobispo de Pec, Metropolitano de Belgrado-Karlovac y Patriarca de Serbia.
Coincidimos y pudimos conocer a Msr. Amphiloquie con ocasión de la fiesta de la Fraternidad Abba Justin , al Molino de Senlís, en Montgeron, cerca de París, ya hace un puñado de años. Verdaderamente, para la comunidad ortodoxa serbia de París era un acontecimiento importante, debido a las circunstancias locales de la comunidad y también por las noticías que llegaban de la antigua Yugoslavia en relación a las relaciones Iglesia-Sido.
Recordamos su alta figura, en medio de la era del Molino, al atardecer, rodeado de toda la comunidad, llegada de diferentes lugares europeos, escuchando atentos las poesías épicas que él recitaba acompañándolas con un instrumento tradicional de cuerda.
Nos acogió junto con otros jerarcas presentes de forma amistosa y paternal, invitándonos a participar al día siguiente a la Divina Liturgia y a los posteriores ágapes comunitarios, prometiéndonos que nos visitaría en Barcelona, en fecha apropiada.
Lo reencontramos meses mas tarde a Himëlstur, (Alemania), invitados por Msr. Laurentije, donde renovó su intención de visitarnos.
Ciertamente, tiempo después llegó a Barcelona, junto con Msr. Luka y Mgr. Athanasie, siendo recibidos en la Generalitat y en el Parlament de Cataluña, también presidió los Oficios, en la Parroquia de la Protecció de la Mare de Déu en Barcelona. Recordamos la conferencia que nos dictó en torno a la Luz Increada, y a la teología de Sant Gregorio Palamás, de la que era un especialista, habiendo hecho docencia en Atenas y en el Instituto de Teología Ortodoxa Saint Serge de París durante un cierto tiempo, aparte de su actividad académica en Belgrado.
Vino a Barcelona otras veces , visitó nuestras parroquias de Girona, siempre con un espíritu abierto y de ayuda para nuestras necesidades, invitándonos a visitarlo en su Sede, en Montenegro. Haciendo realidad esta invitación, lo visitamos primero en el Monasterio de San Basilio de Ostrog, donde recibimos una hospitalidad por parte de los monjes verdaderamente excepcional, y dónde de forma inesperada, a la tímida demanda por parte nuestro de venerar las reliquias de Santo Basilio, nos regalaron una pequeña reliquia del Santo; al atardecer fuimos convocados de forma inesperada y solemne en la iglesia del Monasterio, donde el metropolita, a pie de altar, nos hizo donación de un Omophorio del Santo, reliquias del mismo y de su diácono anónimo, del pastor mártir Stanco, del también mártir Pedro, entre otros. Para el mismo Monasterio fue un acontecimiento inesperado, no demasiado usual.
Oficio de la Slava de Santa Eulalia, 2016
Sin entrar en detalles de lo que ha representado Msr. Amphilohije para la Iglesia Ortodoxa, para sus fieles, para su país, no podemos dejar, por lo que nos corresponde, de dar gracias de haberlo conocido, participado de su compañía y calidez pastoral, y dar testimonio, cuanto menos, de su valía como persona y como pastor, por otra parte reconocida en varios ámbitos culturales y eclesiásticos.
Pedimos a Dios, nuestro Señor , que lo reciba con los brazos abiertos, que perdone sus faltas, y que le conceda la paz y el reposo eterno cerca de Él.
Vàrem coincidir
i poder conèixer a Mgr. Amphiloquie en
ocasió de la festa de la Fraternitat Abba Justin , al Molí de Senlís a
Montgeron, prop de París, ja fa un grapat d’anys. Veritablement per la
comunitat ortodoxa sèrbia de París era un esdeveniment important, degut a les
circumstàncies locals de la comunitat i
també per les noticies que arribaven de la vella Iugoslàvia en relació a les
relacions Església-Estat.
Recordem la
seva alta figura, al bell mig de l’era del Molí , al capvespre, envoltat de
tota la comunitat, arribada de diferents indrets europeus , escoltant amatents
les poesies èpiques que ell recitava tot acompanyant-les amb un instrument tradicional de corda.
Ens va acollir
junt amb altres jerarques presents de forma amistosa i paternal, convidant-nos
a participar a l’endemà a la Divina Litúrgia i als posteriors àgapes
comunitaris, prometent-nos de visitar-nos a casa nostra en data apropiada.
El vàrem
retrobar mesos mes tard a Himëlstur, (Alemania), invitats per Mgr. Laurentije,
on renovà la seva intenció de visitar-nos.
Certament,
temps desprès arribà a Barcelona, junt amb Mgr. Luka i Mgr. Athanasie, essent
rebuts a la Generalitat i al Parlament de Catalunya, a la vegada presidint els
Oficis, a la Parròquia de la Protecció de la Mare de Déu a Barcelona. Recordem
la conferència que va dictar-nos en torn de la Llum Increada, i la teologia de
Sant Gregori Palamas, de la qual n’era un especialista, havent fet docència a
Atenes i al Institut de Teologia Ortodoxa Sant Serge a París durant un cert
temps, apart de la seva activitat acadèmica a Belgrad.
Va venir a Barcelona altres vegades , visità les nostres parròquies de Girona, sempre amb un esperit obert i d’ajuda per les nostres necessitats, invitant-nos a visitar-lo a la seva Seu, a Montenegro. Fent realitat aquesta invitació, el visitarem primerament en el Monestir de Sant Basili d’Ostrog, on rebérem una hospitalitat per part dels monjos veritablement excepcional, i on de forma inesperada, a la tímida demanda per part nostre de venerar les relíquies de Sant Basili, àdhuc la de obtenir una petita relíquia del Sant; al capvespre vàrem ésser convocats de forma inesperada i solemne a l’església del Monestir, on el metropolita a peu d’altar ens va fer donació d’un Omophorio del Sant, relíquies del mateix i del seu diaca anònim, del pastor màrtir, Stanco, del també màrtir Pere, d’entre d’altres. Pel mateix Monestir va ésser un esdeveniment inesperat, no massa usual.
Ofici de la Slava de Santa Eulàlia, 2016
Sense entrar en
detalls del que ha representat Mgr. Amphilohije per l’Església Ortodoxa, pels
seus fidels, pel seu país, no podem deixar pel que ens pertoca, de donar
gràcies d’haver-lo conegut, participat de la seva companyia i escalf pastoral,
donar testimoni si més no, de la seva vàlua com a persona i com a pastor,
altrament reconeguda en diversos àmbits culturals i eclesiàstics.
Demanem a Déu,
nostre Senyor , que el rebi a braços
oberts, que perdoni les seves faltes, i que li concedeixi la pau i el repòs
etern a prop d’Ell.
El sitio oficial de la Iglesia ortodoxa serbia ha informado del deceso, este viernes 30 de Octubre, de su Eminencia Msr. Amfilojiie (Radović), arzobispo de Cetinje, metropolita de Montenegro y el Litoral y exarca del Santo Trono de Peć, en la vigilia de la fiesta de San Pedro de Cetinje, a las 8 horas 20’, en el centro hospitalario clínico de Montenegro, después de haber recibido la santa Comunión.
El metropolita de Montenegro Amfilojiie ha muerto a la edad de 82 años, después de una corta estancia en el hospital de Cetinje. Estos últimos días, aunque todo indicaba que superaría la enfermedad, ha desarrollado una pneumonía aguda que ha comportado su muerte.
Nació como Risto Radović, hijo de Ćira y Mileva Radović, en 1937 en Morača, en Montenegro. El futuro metropolita Amfilojiie estudió en el seminario San Sava de Belgrado, después en la Facultad de teología de la misma ciudad, y obtuvo su diploma en 1962. Además de teología, hizo estudios de filología clásica en la facultad de filosofía, también en Belgrado. Continuó su formación por estudios post-universitarios en Berna y Roma. Marchó después a Atenas, donde obtuvo su doctorado sobre San Gregorio Palamás.
Pronunció sus votos monásticos edn 1967 en Grecia, donde también fue ordenado sacerdote, en 1968. Durante su estancia de siete años en Grecia, servía en una parroquia de las afueras de Atenas. Pasó un año después en el Monte Athos, donde tuvo una relación estrecha con San Paisios de la Santa Montaña. Después fue invitado a enseñar en el Instituto Saint Serge de Paris, de 1974 a 1976, donde, entre otras cosas, aprendió francés. De vuelta en Belgrado, fue elegido decano de la facultad de Teología y profesor extraordinario, hasta 1985, en que fue consagrado obispo de Banat, con sede episcopal en la ciudad de Vršac.
La vigilia de Navidad de 1991, fue entronizado como metropolita de Montenegro y del Litoral en Cetinje. Enseñó en la facultad de teología de Belgrado de 1980 a 2005, en que se retiró, debido a sus numerosas otras actividades, sobretodo obras teológicas y de traducción y de una gran actividad editorial. En 1998, lanzó la estación de radio ortodoxa “Svetigora”. Estuvo también en el origen de la restauración y construcción de numerosas iglesias y monasterios. Después de la hospitalización del patriarca Pavel, el 13 de noviembre de 2007, la Asamblea de obispos de la Iglesia ortodoxa serbia decidió transmitir temporalmente la autoridad patriarcal al Santo Sínodo, encabezado por Msr. Amfilojiie, como reemplazante del patriarca.
Después de la muerte del patriarca Pablo, el 15 de noviembre de 2009, en la sesión del Santo Sínodo, fue elegido locum tenens del trono patriarcal. Por decisión del Santo Sínodo de mayo de 2010, fue nombrado administrador de la diócesis de Ras-Prizren hasta el 26 de diciembcre de 2010, fecha en la que fue entronizado un obispo diocesano.
Enseguida fue nombrado administrador de la nueva diócesis de Buenos Aires, hasta la entronización también de un obispo diocesano. Monseñor Amfilojiie ocupaba el segundo rango jerárquico en el episcopado de la Iglesia ortodoxa serbia.En febrero de 2012 recibió un doctorado honoris causa en el Instituto Saint Serge de Paris.
El metropolita Amfilojiie en Barcelona, febrero de 2016
Monseñor Amfiloque ha tenido siempre una relación paternal con nuestra iglesia, nos ha visitado en Barcelona en tres ocasiones, la última vez en febreo de 2016, y siempe nos hemos sentido muy bien acogidos por él.
El metropolita Amfilojiie en Barcelona, febrero de 2016
Le deseamos de todo corazón una Memoria Eterna, en la seguridad de que Dios le ha acogido en su seno.
Ha acabado el gran ciclo litúrgico que empezó el domingo del Publicano y el
Fariseo, que recorrió la Gran Cuaresma para culminar en la Gran Fiesta de la
Pascua del Señor y, finalmente, pasando por la Ascensión, nos llevó el pasado
domingo a la Fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre la
Iglesia. El domingo pasado también acabó la lectura del libro de los Hechos de
los Apóstoles en la Divina Liturgia de los domingos. En este libro, se describe
el inicio de la vida de la Iglesia, la acción del Espíritu Santo que, de la
mano de los Apóstoles, llevó a los confines de a tierra la Buena Nueva de la
Resurrección del Señor, y la proclamación de la Divinidad Única e Indivisible
Trinidad. La celebración de hoy, domingo de Todos los Santos, es la culminación
lógica y necesaria de aquel ciclo, a la vez que el inicio del nuevo ciclo del
tiempo litúrgico.
Toda la obra de la economía divina, puesta para nuestra contemplación en
este ciclo cumplido, tiene como meta la Santidad. La experiencia, la
realización, de la santidad es también la meta de la Iglesia. No venimos a la
Iglesia para nada más que para hacernos Santos. La Santidad es el Misterio de
la Iglesia, la Vida en Cristo por el Espíritu Santo. Somos miembros de la
Iglesia, estamos unidos al Cuerpo de Cristo por el Santo Bautismo y por los
Sagrados Sacramentos; ¿Quién podría vivir en Cristo y no participar de la
Santidad, no tener experiencia de la Santidad, no ser santificado?
Y sin embargo, si en Iglesia, en Cristo, todos somos santos, ¿qué nos
diferencia de los Santos que están en el cielo? Seguramente sobre todo nuestra
inconstancia en el arrepentimiento, en nuestro esfuerzo por mantener viva y
despierta la lámpara de la santidad que hemos recibido, la pereza para levantarnos
cada vez que caemos. Recibimos la santificación, pero no alcanzamos la
santidad, perezosos y débiles de voluntad como somos.
En nuestra vida cotidiana estamos acostumbrados a rebajar expectativas de
la santidad. Escuchamos a menudo cosas como no
soy santo, para justificar comportamientos o actitudes que en el fondo
reconocemos como lejanas a la santidad. En el mundo existe una tendencia
natural a relajar el esfuerzo, a diluir los contrastes, a simplificar y
uniformar. También afecta esta tendencia a nuestra práctica cristiana. La
fiesta de hoy podría ser una ocasión para plantearnos nuestras expectativas
respecto a la santidad como miembros que somos de la Iglesia.
Podemos entender esta fiesta como la conmemoración
de los que ya están en el Cielo, glorificados por Dios y partícipes de la
visión divina, y que gozan de la confianza ante Él para interceder por
nosotros; si nos quedamos con esta perspectiva únicamente, corremos el riesgo
de vivir la fiesta pasivamente, de situarnos como meros espectadores, de
situarnos en un plano diferente al de los Santos, separados de ellos. Podemos
sin embargo concebirla como la conmemoración de los frutos de la Vida de la
Iglesia, de la Vida en Cristo, y entenderla como la celebración de la comunión
de los Santos. Los santos que están en el Cielo siguen siendo miembros activos
de la Iglesia, y cuando nos acercamos a la Sagrada Eucaristía, nos unimos a los
Santos en la alabanza y la acción de gracias, y ellos y nosotros, juntos, damos
testimonio de Cristo. A pesar de los dos aspectos que podemos contemplar de la
Iglesia, los nacidos en el Cielo y los que permanecemos aquí en la tierra, la
Iglesia es Una, y todos somos parte, miembros del mismo Cuerpo, cuya Cabeza es
Cristo y cuya alma es el Espíritu Santo. La Santidad es algo que nos afecta
directamente a cada uno de nosotros y a todos juntos. El fruto de la Santidad
es el que explican los Hechos de los Apóstoles. Efectivamente, los Apóstoles,
después de recibir el Espíritu Santo, salieron a predicar a Cristo, a dar
testimonio.
El Evangelio de hoy empieza hablando de este testimonio. En su forma griega
dice: Quien confiese en mi ante los
hombres, Yo confesaré en él ante mi Padre que está en los cielos. No se
puede ser testimonio de Cristo si no se está en Él, Quien confiesa a Cristo
ante los hombres, confiesa en Cristo.
Porque esta confesión no es posible sino es por el poder de Quien confesamos.
¿Cómo dar testimonio de Cristo? ¿Cómo confesar en Cristo? El Evangelio de hoy es parte del capítulo en que el Señor advierte a los discípulos de los
peligros a que se expondrán si le siguen y predican su Evangelio. No penséis que he venido a traer la paz,
sino la espada. Y advierte que tendrán por enemigos a los de su propia
casa, y les dice que en su Nombre dejen todo lo que estiman y le sigan, y que
nada se ponga delante del amor a Él. Estas palabras severas, lejos de
atemorizara los discípulos, les da fuerza y confianza, a fin que cuando lleguen
esas cosas estén preparados y no desfallezcan sino que las reconozcan como
señal de la voluntad de Dios. Porque para encontrar la Paz es necesario
separarse primero de lo que es causa de guerra y división, de todo afecto que
en el fondo busca sólo la supervivencia de la naturaleza caída, del hombre
viejo, alejándonos de Dios. La lectura del Apóstol de hoy nos pone ante las
tribulaciones y peligros que sufrieron y superaron los justos que se
mantuvieron fieles al Señor, y los pone como modelo para que su testimonio nos
de fuerza para separarnos de las cargas que nos impiden correr hacia la única
meta: Cristo, causa y fin de nuestra Fe.
Los Santos que ya han recibido las coronas y viven en el cielo, son
nuestros intercesores y nosotros los hemos de tener como modelos. Fijándonos en
sus vidas podemos adquirir la fuerza para emprender el camino de la santidad
activamente, tomar las armas de la Fe y levantarnos ante todo lo que quiere
apartarnos del don de Dios, con la certeza de que, a pesar de nuestras
debilidades y del poder de todo lo que se opone a nuestra santidad, en Su
confesión tendremos siempre la roca firme y el refugio seguro.
La historia de la Iglesia a lo largo de los siglos, desde el día de
Pentecostés hasta hoy, y hasta la consumación del tiempo, no es más que el
relato de la confirmación de su fidelidad a Cristo a través de pruebas continuas.
Y también lo es la vida de cada Santo. Emprender este camino, el camino de la
santidad es confesar en Cristo, y no
dar testimonio de la virtud o la fuerza personal; es confesarlo ante los
hombres, no esconder la fe a la vista de los otros; es temer a Dios y no a los
hombres; es temer la muerte del alma causada por el pecado ante Él, y no temer
perder la buena fama ante los hombres; es renunciar a la propia vida para
injertarnos en la Vida de Cristo; es apoyar nuestra vida sólo en Cristo, el
Único que puede guardarla, y no confiar en la fuerza de los hombres, incapaces
de salvar; es aceptar las aflicciones en Nombre de Cristo, y no poner como
objetivo de nuestra vida la felicidad que proporciona la ausencia de dolor y
aflicciones; emprender el camino de la santidad no es tener miedo de la
decadencia progresiva del cuerpo, de la enfermedad que puede conducir a la
muerte, sino no tener miedo de nadie ni nada que pueda matar el cuerpo, porque
Dios ha querido que nuestro cuerpo pase por la muerte y vuelva al polvo en
espera de la Resurrección. Es separarnos de todo lo que nos puede separar de
Él, de todo lo que en nuestro interior causa guerra y división, y seguirle.
Así pues, si hemos celebrado la Divina Liturgia Eucarística, después de
haber unido nuestras voces a los coros angélicos en el himno del Trisagion, de
haber pedido la santificación de nuestras almas y de nuestros cuerpos, de haber
conmemorado todos los Santos, de haber ofrecido los dones santos a los Santos y
proclamarque sólo Uno es Santo, sólo Uno Señor Jesús Cristo para gloria de Dios
Padre y de comulgar con el Santo Cuerpo y el Santo Cáliz, hemos podido decir en
voz alta hemos visto la Luz verdadera,
hemos pedido a Dios que nos guarde en la santidad, porque Él es nuestra
santificación. Así, salgamos en paz en el Nombre del Señor, para llevar a cabo
la obra de la Iglesia que es la santificación de todos y cada uno de nosotros,
y, por nosotros, de la creación toda, y hacernos todos Uno en Cristo, por el
espíritu Santo, para gloria de Dios Padre. Amén.
Tot just ha
acabat el gran cicle litúrgic que va començar amb el diumenge del Publicà i el
Fariseu, va recórrer la Gran Quaresma per culminar amb la Gran Festa de la
Pasqua del Senyor i finalment, passant per l’Ascensió, ens va portar, diumenge
passat, a la Festa de la Pentecosta, la vinguda de l’Esperit Sant damunt
l’Església. Des del dia de Pasqua fins diumenge passat s’ha llegit a la
Litúrgia el llibre dels Fets dels Apòstols. En aquest llibre es descriu l’inici
de la Vida de l’Església, l’acció de l’Esperit Sant que, de la mà dels Apòstols
i deixebles, portà fins els confins de la terra la bona Notícia de la
Resurrecció del Crist i la proclamació de la Divinitat Única i Indivisible
Trinitat. La celebració d’aquest diumenge de Tots els Sants és la culminació lògica
i necessària d’aquell cicle, i al mateix temps l’inici del nou cicle de temps
litúrgic.
Tota l’obra de
l’economia divina, posada a la nostra contemplació en aquest cicle litúrgic –el
temps de penediment de Quaresma, la Passió, la mort i Resurrecció del Senyor,
l’Ascensió al Ce i la davallada de l’Esperit– té com fita la Santedat. L’experiència,
la realització, de la Santedat és també la fita de l’Església. Perquè finalment
no venim a l’Església per cap altra cosa que per esdevenir Sants. La Santedat
és el Misteri de l’Església, la Vida en Crist per l’Esperit Sant. Som membres
de l’Església; estem units al Cos de Crist pel Sant Baptisme i pels Sants
Sagraments; qui podria, doncs, viure en Crist i no participar de la Santedat,
no tenir experiència de la Santedat, no ser santificat?
I tanmateix, si
en Església, en Crist, tots som Sants, què ens diferencia doncs dels Sants que
ja són al cel? Segurament sobretot la nostra inconstància en el penediment, en
el nostre esforç per mantenir viva i desperta la llàntia de la santedat que hem
rebut, la mandra per aixecar-nos en cada caiguda. Rebem la santificació, però
no assolim la santedat, mandrosos i febles de voluntat com som.
En la nostra vida
quotidiana estem acostumats a rebaixar les expectatives de la santedat. Sentim
sovint coses com no sóc sant! per
justificar comportaments o actituds que reconeguem lluny de la santedat. Al món
existeix una tendència natural a relaxar l’esforç, a diluir els contrastos, a
uniformar i simplificar. També ens afecta aquesta tendència a la nostra vida
pràctica cristiana. La festa d’avui podria ser una ocasió per plantejar-nos les
nostres expectatives respecte a la santedat a què estem cridats com a membres
de l’Església.
Podem entendre la
festa d’avui com la commemoració d’aquells que ja són al Cel i glorificats per
Déu i partícips de la visió divina, i que gaudeixen de la confiança davant
d’Ell per tal d’intercedir per nosaltres; si ens quedem, però, amb aquesta
perspectiva només, correm el risc de viure-la passivament, de situar-nos en un
plànol diferent a ells, i establir una barrera de divisió entre els Sants i
nosaltres, fer de simples espectadors. També podem concebre-la com la
commemoració dels fruits de la Vida en l’Església, de la Vida en Crist, i
entendre-la com la celebració de la Comunió dels Sants. Els Sants que són al
Cel són sempre membres actius de l’Església i quan ens apropem a la Sagrada
Eucaristia, ens apleguem amb ells en la lloança i acció de gràcies, i ells i
nosaltres són testimonis del Crist. Tot i els dos aspectes de l’Església que
contemplem, els nascuts al cel i els que som aquí a la terra, l’església és
Una, i tots som part, membres del mateix Cos, el Cap del qual és el Crist, i
l’ànima, l’Esperit Sant. La santedat és quelcom que ens pertoca directament a
cada un de nosaltres i a tots plegats. El fruit de la santedat, és el que expliquen
els Fets dels Apòstols. Efectivament, els Apòstols després de rebre l’Esperit
Sant, sortiren a predicar el Crist, a donar testimoni
I l’Evangeli d’avui
comença parlant d’aquest testimoni; fixem-nos en la forma de l’original grec: Qui confessi en mi davant dels homes,
jo confessaré en ell davant el meu Pare. No es pot ser testimoni del
Crist si no s’hi és en Ell. Qui confessa el Crist davant dels homes, confessa en Crist, perquè aquesta confessió no és
possible sinó pel poder de Qui confessem. Com testimoniem el Crist? Com
confessem en Crist? L’Evangeli d’avui
pertany al capítol on el Senyor adverteix els deixebles dels perills a que
s’exposaran si el segueixen i prediquen el seu Evangeli. No penseu que he vingut a portar la pau sinó l’espasa. I els adverteix
de què tindran per enemics els de casa seva, i els diu que en el seu Nom deixin
tot el que s’estimen i el segueixin, i que res no es posi per davant de l’amor
a Ell. Aquestes paraules severes, lluny d’atemorir-los, els enforteix, els dona
confiança, per tal que quan arribin aquestes coses estiguin preparats i no defalleixin,
sinó que les reconeguin com a senyal de la voluntat de Déu. Perquè per trobar
la Pau cal separar-se primer del que és causa de guerra i divisió, de tot
afecte que en el fons busca només la supervivència de la naturalesa caiguda, de
l’home vell, allunyant-nos per tant de Déu. La lectura de l’Apòstol d’avui ens
posa al davant les tribulacions i perills que van sofrir els justos que es van
mantenir fidels a Déu, i ens posa el seu model perquè el seu testimoniatge ens
encoratgi a separar-nos de les càrregues que ens impedeixen córrer cap a
l’única meta: el Crist, causa i fi de la nostra Fe.
Els Sants que ja
han rebut les corones i viuen al cel, són els nostres intercessors i nosaltres
els hem de tenir com model. Fixant-nos en les seves vides podem adquirir el
coratge per emprendre el camí de la santedat activament, prendre les armes de
la fe i aixecar-nos davant tot el que ens vol apartar del do de Déu amb la
certesa de què, malgrat les nostres mancances i el poder de tot el que s’oposa
a la nostra santedat, en la Seva confessió tindrem sempre la roca ferma i el
refugi segur.
La història de
l’Església al llarg del segles, des del dia de la Pentecosta fins avui, i fins
a la consumació del temps, no és res més que el relat de la confirmació de la
seva fidelitat al Crist a través de continues proves. I ho és també la vida de
cada un dels Sants. Emprendre aquest camí, el camí de la santedat, és confessar
en Crist, i no donar testimoni de cap
virtut o força personal; és confessar-lo davant els homes, no amagar la fe de
la vista dels altres; és témer Déu i no els homes; és témer la mort de l’ànima
causada pel pecat davant d’Ell, i no témer perdre la bona fama davant dels
homes; és renunciar a la pròpia vida per empeltar-nos en la Vida del Crist; és
recolzar la nostra vida només en Crist, l’Únic que pot guardar-la, i no confiar
en la força dels homes, incapaços de salvar; és acceptar les afliccions en Nom
del Crist, i no posar com a objectiu de la nostra vida la felicitat que procura
l’absència de dolors i afliccions; emprendre el camí de la santedat no és tenir
por de la progressiva decadència del cos, de la malaltia que pot conduir a la
mort, sinó no tenir por de res ni ningú que pugui matar el cos, perquè Déu ha
volgut que el nostre cos passi per la mort i torni a la pols en espera de la
resurrecció. És separar-nos de tot el que ens pot separar d’Ell, de tot el que
dins nostre causa guerra i divisió, i seguir-lo.
Així doncs, si venim de participar a la Divina Litúrgia, després d’haver unit les nostres veus amb els cors dels Àngels en l’himne del Trisagion, d’haver demanat la santificació de les nostres ànimes i els nostres cossos, d’haver commemorat tots els Sants, d’haver ofert els dons sants als Sants i proclamar que només Un és Sant, només Un Senyor Jesús Crist, per a glòria de Déu Pare, i de combregar amb el sant Cos i el sant Calze, hem pogut dir en veu alta hem vist la Llum veritable i demanar a Déu que ens guardi en la santedat, perquè Ell és la nostra santificació. Així, sortim en pau en el Nom del Senyor, per acomplir l’obra de l’Església que és la santificació de tots i de cada un de nosaltres, i per nosaltres de la creació sencera, i esdevenir tots Un en Crist, per l’Esperit Sant, per a glòria de Déu Pare. Amén.
PENTECOSTÉS Fiesta de la Santísima Trinidad Descendimiento del Espíritu Santo sobre los Apóstoles
Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo sea con todos nosotros!
Hechos 2, 1-11 Juan 7, 37-52, y 8, 12
Podemos leer en el Evangelio de San Juan 14,26: «Pero el Intercesor, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que se le ha dicho». Cincuenta días después de su gloriosa Resurrección, estando los discípulos y la Virgen, juntos en oración en el cenáculo, el Espíritu descendió sobre ellos, como él les había prometido.
La plenitud de las Energías Divinas los envolvió y de pobres pescadores, llenos de Espíritu Santo, se lanzaron a predicar la Buena Nueva: que Cristo había resucitado!.
Diez días antes de Pentecostés, Cristo había ascendido al Cielo, delante de todos ellos y les había prometido que estaría con ellos hasta el fin de los tiempos. Estaban tristes, y huérfanos de la presencia de su Maestro, pero juntos y unidos.
Todos nosotros hemos estado tristes por no poder participar en la Divina Liturgia, de forma como es habitual, pero el día de Pentecostés, ya se vislumbra que dentro de poco volverá a ser posible. Cristo no nos ha abandonado y continuará estando hasta el final de los tiempos.
El Padre nos envía el Espíritu Santo en su Nombre, para santificarnos y hacernos un solo Cuerpo del que Él es la única Cabeza.
Hoy es una gran fiesta, damos gracias por los bienes preciados que hemos recibido. La segunda Pascua, la Pascua Florida la celebramos este año con la esperanza de poder restablecer las cosas, según nuestra tradición, con la seguridad de que Cristo está con nosotros.
Damos gracias por guardarnos la salud y tengamos un recuerdo y una oración por los que Él ha decidido llamar a su lado, en el Cielo.
Nuestro Dios, el Dios Grande que hace maravillas, dice: que Él restablecerá las cosas y las personas, según su voluntad y, todos nosotros saldremos del susto con la experiencia que permitirá enderezar, si es necesario, nuestras vidas, hacia una perfecta comunión. El Espíritu Santo cumplirá en nosotros lo que la Encarnación comenzó.
No podemos dejar escapar la reflexión que los acontecimientos recientes, la enfermedad, el miedo, el desconcierto, han producido en este tiempo, a nuestros amigos y familia. Quizás, fruto de esta reflexión, en nuestra vida habrá que ordenar ciertas cosas y conductas.
Nuestra vida está orientada hacia otra Vida, no está dirigida a la vida por la vida, un sin sentido, absurdo, y a menudo practicado. Somos hijos de Dios y herederos del Reino, comportémonos como tales, y con la experiencia de la fragilidad que hemos vivido, busquemos la fortaleza de la Vida en Cristo.
Esperemos que, en breve podamos abrazarnos los unos a los otros y podamos seguir alabando la Santa Trinidad, a la Virgen y a todos los Santos.
Que Cristo, nuestro Señor, os bendiga y llene de gracia espiritual, según Él convenga para una mejor salud espiritual de todos nosotros.
Os deseo una Gran y Santa Fiesta de Pentecostés, bajo el cobijo del Espíritu Santo.
PENTECOSTA Festa de la Santíssima Trinitat Davallament de l’Esperit Sant damunt dels Apòstols
Fets 2, 1-11 Joan 7, 37-52, 8,12
Que la Gràcia del Nostre Senyor Jesucrist, l’Amor del Pare i la Comunió de l’Esperit Sant sigui amb tots nosaltres!
Podem
llegir en l’Evangeli de Sant Joan 14,26: “Però l’Intercessor, l’Esperit Sant
que el Pare enviarà en Nom meu, us ensenyarà totes les coses i us farà recordar
tot el que se us ha dit”.
Cinquanta
dies després de la seva gloriosa Resurrecció, estant els deixebles i la Mare de
Déu, plegats en oració en el cenacle, l’Esperit davallà damunt d’ells, tal com
Jesucrist els hi havia promès. La
plenitud de les Energies Divines els embolcallà i de pobres pescadors, plens
d’Esperit Sant, es van llençar a predicar la Bona Nova: que Crist havia
ressuscitat!.
Deu
dies abans de la Pentecosta, el Crist havia ascendit al Cel, davant de tots
ells i els hi havia promès que estaria amb ells fins la consumació dels temps.
Estaven tristos, i orfes de la presència del seu Mestre, però junts i plegats.
Tots
nosaltres hem estat tristos per l’absència de poder participar a la Divina Litúrgia,
de forma com és habitual, però el dia de la Pentecosta, ja s’albira que d’aquí
a poc tornarà a ésser possible. Crist no ens ha abandonat i continuarà
estant-hi fins el final dels temps.
El
Pare ens envia l’Esperit Sant en el seu Nom, per santificar-nos i fer-nos un
sol Cos del qual Ell n’és el sol Cap.
Avui
es una Gran Festa, donem gràcies pels bens preuats que hem rebut. La segona
Pasqua, la Pasqua Florida la celebrem aquest any amb l’esperança de poder
restablir les coses, segons la nostra tradició, amb la seguretat de que Crist
és amb nosaltres.
Donem
gràcies per guardar-nos la salut i tinguem un record i una pregària pels que
Ell ha decidit cridar entorn seu, en el Cel.
El
nostre Déu, el Déu Gran que fa meravelles, diu: que Ell restablirà les coses i
les persones, segons la seva voluntat i, tots nosaltres sortirem de l’ensurt
amb l’experiència que permetrà redreçar,
si cal, les nostres vides, vers una perfecta comunió. L’Esperit Sant
acomplirà en nosaltres el que l’Encarnació va començar.
No
podem deixar escapar la reflexió que els esdeveniments recents, la malaltia, la
por, el desconcert, han produït en aquest temps, als nostres amics i família.
Potser, fruit d’aquesta reflexió, en la nostra vida hi haurà que ordenar certes
coses i conductes.
La
nostra vida està ordenada vers un altre Vida, no està adreçada a la vida per la
vida, un sense sentit, absurd, i sovint practicat. Som fills de Déu i hereus
del Regne, comportem-nos com a tals, i amb l’experiència de fragilitat que hem
viscut, cerquem la fortalesa de la Vida en Crist.
Esperem
que, ben aviat puguem abraçar-nos els
uns amb els altres i seguir poder lloar a la Santa Trinitat, a la Mare de Déu i
a tots els Sants.
Que
Crist, nostre Senyor, us beneeixi i ompli de gràcia espiritual, segons Ell
convingui per una millor salut espiritual de tots nosaltres.
Us
desitjo una Gran i Santa Festa de Pentecosta, sota l’aixopluc de l’Esperit
Sant.
Hoy la Iglesia celebra el 7º domingo después de Pascua, domingo que se encuentra situado entre la fiesta de la Ascensión y la de Pentecostés, que celebraremos el próximo domingo. Cerrado ya el tiempo Pascual y a punto de participar de la Fiesta, donde el Espíritu Santo descenderá sobre los Apóstoles, la Iglesia se prepara para profundizar y experimentar todos aquellos misterios que el Hijo de Dios ha venido a revelar a la humanidad. El Evangelio que hemos podido escuchar hoy en la celebración de la Divina Liturgia, es un Evangelio teológico por excelencia donde San Juan el evangelista, llamado precisamente el teólogo, nos transmite de una forma diáfana y clara, cuál es el poder de Jesús-Cristo sobre toda carne, para conducirla a la vida eterna. Según Él mismo nos dice; “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesús-Cristo”. Los Apóstoles lo han conocido personalmente y directamente, porque han convivido y recibido sus enseñanzas, el mismo Cristo nos aporta su testimonio diciendo: “Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me distes se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado”. ” Y aún les dice: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Con estas palabras se manifiesta la relación de comunión que se establece entre Jesús-Cristo, segunda persona de la Santísima Trinidad hecho hombre y sus Apóstoles, y estos, con esta experiencia de comunión y de participación a las energías increadas que nos aporta el Hijo de Dios encarnado, salen a predicar la Buena Nueva, misterio de redención, para que la humanidad pueda llegar también a participar de esta misma experiencia. No se trata de un conocimiento al que podemos acceder con nuestra razón, sino que es una experiencia de vida en comunión con aquel que nos ha dado la vida, y los Apóstoles son los transmisores de esta experiencia a todas las iglesias incipientes de la era cristiana. Pero la Iglesia desde el primer momento de su constitución, debe velar para que esta transmisión de experiencia eclesial, donde Dios y el hombre se encuentran, se haga con todas las garantías, evitando las desviaciones propias que la razón humana es capaz de construir. Y por esto en la lectura de los Hechos de los Apóstoles que hoy también hemos podido escuchar, San Pablo se dirige a los ancianos de las Iglesias y les dice: “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su propio hijo… que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí”. Por esto hoy también la Iglesia conmemora los padres del primer Concilio Ecuménico, que se celebró en la ciudad de Nicea en el año 325 y que fue el primero de toda una serie de concilios que se realizaron durante el primer milenio de nuestra era, para abordar todas aquellas desviaciones que nos apartaban de la verdadera Fe. Porque la Iglesia tiene la necesidad de posicionarse frente a esta realidad cuando la razón humana empieza a buscar explicaciones a lo que supera completamente nuestra inteligencia y nuestra lógica. La Madre de Dios, los Apóstoles y todos sus discípulos viven en persona la presencia física de Jesús-Cristo, Hombre-Dios, y después de recibir la fuerza del Espíritu Santo el día de Pentecostés, salen a predicar el kerigma apostólico a todas las naciones. Lo que predican, que después queda reflejado en el canon establecido del Nuevo Testamento, es el reflejo de esta experiencia vivida que trasciende completamente nuestra inteligencia, nuestra racionalidad y la lógica establecida del orden natural. Las herejías surgen, en el momento que el hombre pierde, en parte, esta vivencia inicial y busca explicaciones a la existencia de Dios y a su encarnación a través de la 2ª hipóstasis de la Santísima Trinidad, apartándose de lo que realmente son estos misterios. Podríamos decir que la Iglesia está funda mentada en estos dos dogmas, el Trinitario y el Cristológico. En el primero se nos revela la forma de existencia de la divinidad y en el segundo, como la divinidad se hipostasia en la naturaleza humana, para conducirla a su plenitud. La Iglesia pues durante los primero siglos del cristianismo debe discernir sobre estos misterios, y en base a la vivencia y experiencia transmitida por los Apóstoles, fundamentada en las Sagradas Escrituras e incorporada a la propia vida eclesial, tiene la necesidad de posicionarse con un discurso teológico preciso que refleje esta vivencia ante los herejes, es decir ante todas aquellas posturas que se apartan de la verdad revelada, y esto es lo que hace durante los siete Concilios Ecuménicos, que son hoy, y aún ahora, el fundamento de la Fe Ortodoxa. Celebrémoslo pues y llenémonos de alegría, porque la Fe Ortodoxa finalmente ha triunfado sobre todas las herejías y nos aporta todos los elementos necesarios para que en el seno de la Iglesia podamos avanzar a través de nuestra ascesis personal hacia el conocimiento de nuestro Señor Jesús-Cristo, con la certeza de que estamos en el camino de la verdad para alcanzar la plenitud de nuestra existencia.
Avui l’Església celebra el 7ª diumenge
després de Pasqua, diumenge que es troba a cavall de la festa de l’Ascensió i
la de Pentecosta que celebrarem el proper diumenge.
Tancat ja el temps Pasqual i a punt de
participar en la Festa on l’Esperit Sant davallarà damunt dels Apòstols,
l’Església es prepara per aprofundir i experimentar tots aquells misteris que
el Fill de Déu a vingut a revelar a la humanitat.
L’Evangeli que hem pogut escoltar avui en
la celebració de la Divina Litúrgia, és un Evangeli teològic per excel·lència
on Sant Joan l’evangelista, anomenat precisament el teòleg, ens transmet d’una
forma diàfana i clara, quin és el poder de Jesús-Crist sobre tota carn, per
conduir-la a la vida eterna. Segons Ell mateix ens diu; “I la vida eterna
consisteix en això: que et coneguin a tu, l’únic Déu veritable, i el qui has
enviat, Jesús-Crist”.
Els Apòstols han conegut personalment i directament a Jesús-Crist, perquè han conviscut i rebut els seus ensenyaments, el mateix Crist dóna testimoni dient: “ja que els he donat les paraules que m’has donat; les han rebudes i han arribat sincerament a reconèixer que jo he sortit de tu, i han cregut que tu m’has enviat”. I encara diu: “Pare sant, guarda’ls en el mon que m’has donat, per tal que siguin u com nosaltres”.
Amb aquestes paraules s’ens manifesta la relació de comunió que s’estableix entre Jesús-Crist segona persona de la Santíssima Trinitat fet home, i els seus Apòstols, i aquests amb aquesta experiència de comunió, i de participació a les energies increades que ens aporta el Fill de Déu encarnat, surten a predicar aquesta Bona Nova, misteri de redempció, perquè la humanitat pugui arribar també a participar d’aquesta mateixa experiència. No es tracta d’un coneixement al que podem accedir amb la nostra raó, sinó que és una experiència de vida amb comunió amb aquell que ens ha donat la vida, i els Apòstols són els transmissors d’aquesta experiència a totes les esglésies incipients de l’era cristiana.
Però l’Església des del primer moment de la seva constitució, ha de vetllar perquè aquesta transmissió d’experiència eclesial, on Déu i l’home es troben, es faixi amb totes les garanties, evitant les desviacions pròpies que la raó humana es capaç de construir. I per això en la lectura dels Fets dels Apòstols que avui també hem pogut escoltar, Sant Pau es dirigeix als ancians de les Esglésies i els hi diu: “Vetlleu sobre vosaltres i sobre el ramat del qual l’Esperit Sant us ha constituït zeladors per pasturar l’Església de Déu que ell adquirí amb la pròpia sang… que d’entre vosaltres mateixos sorgiran homes que diran perversitats per arrossegar-se els deixebles darrera d’ells”.
Per això avui també l’Església commemora els pares del primer Concili Ecumènic, que es va celebrar a la ciutat de Nicea l’any 325 i que va ser el primer de tota una sèrie de concilis que es van realitzar durant el primer mil·lenni de la nostra era, per abordar totes aquelles desviacions que ens apartaven de la veritable Fe. Perquè l’Església te la necessitat de posicionar-se davant d’aquesta realitat quan la raó humana comença a buscar explicacions a allò que depassa completament la nostra intel·ligència i la nostra lògica.
La Mare de Déu, els Apòstols i tots els seus deixebles viuen en persona la presencia física de Jesús-Crist, Home-Déu, i després de rebre la força de l’Esperit Sant el dia de la Pentecosta, surten a predicar el kerigma apostòlic a totes les nacions.
El que prediquen, que després queda reflectit en el cànon establert del Nou Testament, és el reflex d’aquesta experiència viscuda que transcendeix completament la nostra intel·ligència, la nostra racionalitat i la lògica establerta de l’ordre natural.
Les heretgies sorgeixen, en el moment que l’home perd, en part, aquesta vivència inicial i busca explicacions a l’existència de Déu i a la seva encarnació a través de la 2ª hipòstasis de la Santíssima Trinitat, apartant-se del que realment són aquest misteris.
Podríem dir que l’Església està
fonamentada en aquest dos dogmes, el Trinitari i el Cristològic. En el primer
sens revela la forma d’existència de la divinitat i en el segon, com la
divinitat s’hipostasia amb la natura humana, per conduir-la a la seva plenitud.
L’Església doncs durant els primer segles del cristianisme ha de discernir sobre aquest misteris, i en base a la vivència i experiència transmesa pels Apòstols, fonamentada en les Sagrades Escriptures i incorporada a la pròpia vida eclesial, té la necessitat de posicionar-se amb un discurs teològic acurat que reflecteixi aquesta vivència davant dels heretges, es a dir davant de totes aquelles postures que s’aparten de la veritat revelada, i això és el que fa durant els set Concilis Ecumènics, que són avui i encara ara, el fonament de la Fe Ortodoxa.
Celebrem-lo doncs i omplim-nos de joia, perquè la Fe Ortodoxa finalment ha triomfat sobre totes les heretgies i ens aporta tots els elements necessaris perquè en el si de l’Església puguem avançar a través de la nostra ascesis personal cap el coneixement de Nostre Senyor Jesús-Crist, amb la certesa que estem en el camí de la veritat per assolir la plenitud de la nostre existència.
Hoy celebramos la Ascensión de Nuestro Señor a los cielos, es un punto culminante de la obra salvadora de Cristo, de la economía del Hijo, en la que el Salvador es elevado por encima de los cielos hasta el trono, donde se sienta a la derecha del Padre.
El significado central del misterio de la Ascensión es escueto, simple, pero de una importancia vital para el hombre: es el de que Cristo después de encarnarse en el hombre, después de recorrer todos los caminos, todos los registros humanos, santificándolos por su divinidad, después de cargar con toda la miseria y pecado de nuestra naturaleza, se ofrece en sacrificio en la cruz, para bajar a lo más profundo, hasta el abismo del infierno, y por su resurrección, glorifica, deifica nuestra naturaleza, y lo que es más incomprensible, eleva nuestra naturaleza deificada por encima de los cielos, hasta la misma diestra del Padre; frente a esta visión, al hombre no le queda más que la adoración y el silencio, tal como hizo la Madre de Dios.
Y aparte de este misterio central, quisiera resaltar 2 aspectos de la Ascensión:
– La Ascensión es el penúltimo escalón frente a la parusía, y deja al hombre preparado para poder recibir el Espíritu Santo, es el momento en que se juntan las dos economías (humana y divina) en Pentecostés, pues Cristo no nos ha abandonado sino que, como anunció, permanece en nosotros, invisible, tapado por una nube, a través de las energías del Espíritu Santo. Cristo realmente está con nosotros, en su Palabra, en los sacramentos, en el pleroma de la Iglesia y en cada uno de nosotros individualmente. Y a cambio, lo único que nos pide es que seamos sus testigos, que cooperemos con Él para adelantar, provocar su segunda venida.
– Frente a esta misión que Cristo nos encomienda, y por el hecho de que no está visiblemente entre nosotros, podemos sentir una sensación de desánimo, de que Cristo nos habla de cosas infinitamente elevadas, que ni vemos, ni vivimos, que después de la liturgia nuestra vida se desenvuelve de una manera rutinaria y pobre, pegada al día a día de este mundo y que podemos acabar pensando como conclusión que esto no es para nosotros y que no sacaremos nada en claro, pero daros cuenta de que este pensamiento es obra del maligno, que quiere que creamos sólo lo que vemos. Es verdad que podemos llegar muy abajo, hasta el abismo, pero es más verdad que gracias a Jesucristo, no es dado el llegar a lo más alto, por encima de los cielos.
Fijaos en los apóstoles, eran 12 pobres hombres incultos, perdidos en un rincón del mundo y que, hasta el mismo día de la Ascensión, Cristo les ha de reprochar su dureza de corazón y su incredulidad, y sin embargo, gracias al Espíritu Santo, a sus energías, fue el núcleo de un movimiento que se extendió en menos de 200 años por todo el Imperio Romano y más allá, y que pese a todas las persecuciones y con sus defectos humanos, ha transformado el mundo desde entonces.
También San Pablo, que siendo un hombre brillante, de lo único que se gloriaba era de su debilidad, que le permitía ser un recipiente –de barro- de la gracia divina. Y pensemos sobretodo en la Madre de Dios, humanamente el más débil de todos los humanos, indefensa ante el mundo, pero que gracias a que esta «debilidad» le facilitó el ser totalmente sumisa y seguidora de la voluntad de Dios, deshizo el pecado de desobediencia de Adán y Eva y se ha convertido en la Mediadora de la salvación del mundo.
Esforcémonos pues, y alegrémonos y no desesperemos, pues podemos estar seguros de que, en nuestra debilidad, en nuestra flaqueza, Cristo está y estará con nosotros hasta elfin del mundo. Amén.
“Para que se manifiesten las obras de Dios en él” (Jn 9, 3)
“Como hábil arquitecto, Dios
primero ha acabado una parte de la casa que ha querido construir y ha dejado la
otra imperfecta, a fin de que al acabarla después cerrase la boca a los
incrédulos respecto al origen de toda obra. De esta manera Él junta las
diferentes partes de nuestro cuerpo, completa lo que faltaba, trabaja en él
como en una casa que está a punto de caer cuando sana la mano seca, cuando da
fuerza a los miembros del paralítico, hace caminar a los cojos, cura a los
leprosos, sana a los enfermos, fortifica a los débiles, resucita a los muertos,
abre los ojos que estaban cerrados, da a los que no tienen nada. Repara pues
los defectos de nuestra débil naturaleza, y con ello descubre, manifiesta su
poder. Además, cuando Jesús dice: para que se manifieste el poder de Dios, es
de Él de quien habla y no del Padre, porque el poder del Padre era
perfectamente conocido” (S. Juan Crisóstomo, Homilia LVI)
“Si el Señor no construye la casa es inútil el afán de los constructores” (Sl 126). El origen de nuestra vida es Dios y está en Dios. Cualquier intento de construir la vida fuera de Él es vano e inconsistente, nace de la semilla de la corrupción y es como el humo que se disipa y desaparece. Por tanto, si nuestra vida ha de ser Vida en Cristo, los cimientos que la han de sostener no pueden ser otros que el encuentro con Dios. Llegamos a la vida en este mundo como una casa que no está acabada de construir, y el Arquitecto que puede completar la obra es el mismo Arquitecto que nos ha dado la vida. Para que se manifieste el poder y la gloria de Dios.
El ojo es al cuerpo lo que el sol es al mundo. El ojo es la lámpara del cuerpo y del alma que vivifica el cuerpo. Por la vista nos orientamos y damos sentido a las cosas, incluso hemos conocido a Dios porque se hizo visible en la carne. La Luz que orienta, vivifica y da sentido a nuestra vida, a nuestra alma, es Cristo Dios (Jn 9, 5 y 8,12). El aliento de vida que llevamos al llegar a este mundo lo recibimos de Dios. El mismo Dios es quien nos abre los ojos de la Fe, quien restaura su imagen en nosotros, corrompida por las pasiones. Los ojos de la Fe nos fueron abiertos por el santo Bautismo; que estos ojos gobiernen nuestra vida es vivir de acuerdo con esta Fe, y eso es una decisión que hemos de tomar cada uno personalmente de manera resuelta, sin pereza ni tibieza ni titubeos. Cada Eucaristía es un encuentro con Jesús Cristo, Dios, el acontecimiento fundamental sobre el que se edifica nuestra vida. Hacernos dignos de la participación en el Cuerpo y la Sangre de Cristo es la obra que nos tendría que ocupar el resto del tiempo, de Domingo a Domingo, de Eucaristía a Eucaristía. Cuando es así, todas las circunstancias que nos rodean son tantas ocasiones de manifestar nuestra Fe, de ejercitar la visión que nos ha sido dada. Él, que está presente en todas partes y que lo llena todo, viene a encontrarnos. Dios es infinitamente paciente y nos concede todo el tiempo: “mientras es de día, hemos de hacer las obras de Dios; se acerca la noche, que es cuando nadie puede trabajar” (Jn 9, 4).
El que nació ciego, al volver de
la piscina de Siloé viendo, se encontró primero con las dudas de la gente y
luego, al confirmar su identidad, con las preguntas de los fariseos, las
acusaciones veladas, los insultos, los intentos de hacerle hablar en contra del
Señor, de convencerle para que escogiese las convenciones de la ley por encima
de la verdad que le ha sido revelada y, finalmente, con la expulsión de la
comunidad. Estudiemos sus palabras ante los que le acusan. De él aprendamos a
manifestar nuestra Fe con obras: cabalmente, con coherencia y justicia,
prudencia y coraje, valentía e integridad y siempre temerosos de guardar la
fidelidad a Aquel que nos da la vista para la Vida. Nuestra meta es siempre y
en todo lugar la misma; sea bajo situaciones más restrictivas o más permisivas,
estables o cambiantes. Si somos fieles al Arquitecto que nos construye y vigila
que la obra llegue a buen final, Él mismo nos vendrá a encontrar de nuevo para
confirmar nuestra Fe.